Por Techo Díaz.- Cuando mañana martes acabe la edición número 50 de la Vuelta a Toledo habrá un águila menos en sus carreteras. El creador de la prueba, Federico Martín Bahamontes, que aún hoy recorre las etapas en coche animando a los ciclistas ha prometido que sí, que está vez dejará de organizar una prueba por la que han pasado, entre otros, Juan Antonio Flecha, Dani Moreno, José Luis de Santos, Martín Perdiguero o el mismo Miguel Indurain.
Quienes le conocen ponen en duda que el ganador del Tour del 59 vaya a ser capaz de retirarse, pero él quiere poner punto final a su historia de amor con la ronda toledana, la misma que con Faustino Suárez lleva impulsando desde 1966. “Tengo que colocar las fotos de mi archivo”, le dijo hace unos días al Diario AS.
No es el toledano un hombre de incumplir su palabra. En 1965, tras concluir la subida a Montjuic, aseguró que colgaría la bicicleta y, aunque las tentaciones debieron ser muchas, se guardó mucho de hacer patochadas al estilo Armstrong. Nunca volvió a la competición.
Desde entonces ha hecho muchas cosas, pero una de ellas ha sido organizar la Vuelta a Toledo, una ronda que, cuando finalice mañana en la Plaza de Zocodover habrá cumplido su 50 edición. Federico tendrá entonces 87 años, y toda una vida consagrada al ciclismo. Admirable es poco. Pero qué vamos a decir del único español que aparece en la película de Amelie. Podríamos quitarnos el sombrero en bucle durante horas y aún nos quedaríamos cortos.
El futuro de la Vuelta a Toledo, en la que han participado este año 16 equipos ciclistas, se presenta ahora incierto, aunque circulan rumores de que un grupo de empresarios toledanos y madrileños podrían hacerse con la organización de la Vuelta. Ojalá sea cierto. Quizás no sea la más potente ni de la que más se habla, pero tiene algo que muy pocas carreras del mundo pueden presumir. Que una auténtico mito del ciclismo haya trabajado en su organización hasta los 87 años de edad.
Mañana será un día especial en Zocodover. Miguel Indurain, entre otros, estará arropando al genio de los helados, al hombre que pedía los premios de las carreras antes de correrlas porque no tenía dinero para pagar el hotel, al rey absoluto de las montañas francesas y al primer español capaz de ganar el Tour de Francia. Pero sobre todo, la ciudad de Toledo y el mundo de la bici estarán rindiendo homenaje al hombre que, con 87 años, aún apoyaba desde los coches al ciclismo de base.
