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Chechu Rubiera, el hombre que tenía una montaña

Por Techo Díaz.- Hace unos días tuve la suerte de compartir un rato de charla con uno de los mejores deportistas que este país ha dado en los últimos tiempos. Asturiano de pro, José Luis Rubiera, más conocido como Chechu, no ha pasado a la historia tanto por protagonizar las gestas sino por construirlas. A lo largo de su carrera muchos (aunque en especial uno) han sido los que han rematado lo que este gran ciclista ha construido desde su constancia, tenacidad y ritmo infernal. Porque aunque las carreras normalmente sólo se televisan unos 50 kilómetros antes de la meta, se corren desde el kilómetro 0, y es allí donde las gregarios imponen su ley, donde construyen las grandes victorias para que otros hombres vistan de amarillo. Porque el maillot es uno, pero se gana entre 9. Por eso, y sólo por eso, existen los equipos en ciclismo.

Pero Chechu Rubiera, durante muchos años compañero de equipo de un texano que se vistió siete veces de amarillo en París, no se fue de vacío del ciclismo. Tiene un premio que muchos otros, tal vez ni siquiera él, apenas se atrevieron a soñar: tiene una montaña. En el concejo de Aller, en su Asturias natal, se encuentra la Cima Chechu Rubiera, antes conocida como Puerto de Cotobello. Es un privilegio que muy pocos ciclistas tienen. Salvo el caso de Laurent Jalabert, con monte propio en el francés Macizo Central, no es habitual que un ciclista sea quien de nombre a una montaña. Pero mola mazo. Se pueden ganar Giros, Tours y Vueltas, pero hay que ser muy grande para ganar una montaña.

“La verdad es que desborda un poco. Sobre todo si te acercas a la cima Cotobello con algún amigo de fuera y cuando llegas allí ves un montón de carteles que pone Punto Kilométrico 1 Cotobello-Chechu Rubiera y así en el 2, en el 3 hasta llegar al 8 al 9, no sé cuál es, en el que hay un panel gigante con una foto mía”, explicó el asturiano a El Tío del Mazo. “Es agradable y da pie a muchas risas. Siempre que me comenta la gente que ha subido a Cotobello les digo: ¿pagaste el canon? Porque esa montaña es mía“, añade.

Rubiera explicó que la iniciativa surgió por la buena relación que mantiene con un grupo de aficionados al ciclismo que hay en esa zona y que fueron quienes propusieron al Ayuntamiento renombrar el puerto. “Son gente con la que comparto una gran afición al ciclismo y cuando me lo propusieron la verdad es que me resultó agradable”, dijo el hombre que da nombre una montaña.

Porque puertos ha subido muchos durante su etapa de ciclista. Y aunque no niega que la dureza de un puerto la hace el ritmo de carrera, señala algunos puertos como los más difíciles que ha subido en su carrera. “Uno de los más difíciles que subí es el Marie Blanque. Es un puerto muy duro. Cuando no vas bien en carrera sufres, y en los tours en que lo pasé siempre tienes que ir centrado en tu trabajo, que en aquel momento era controlar la carrera para Armstrong y saber que arriba no puedes dejar solo al líder y que tienes que coronar con él o perder el mínimo tiempo posible para volver a estar en la bajada reincorporado al pelotón con el líder, fue un puerto que se me hizo durísimo siempre que lo subí”, desveló.

“Si te hablo por desniveles o por los parámetros más objetivos que puede haber, reconozco que los últimos cinco kilómetros del Angliru son lo más duro que conozco“.

Y es que en sus 16 años como profesional, Chechu Rubiera pudo competir con los mejores. Desde El Tío del Mazo no pudimos resistir la tentación de preguntarle quién era el mejor cuando la carretera se ponía cuesta arriba, quién era el que más impresionaba. “Tuve la suerte de subir con escaladores del nivel de Contador, de Armstrong, de Pantani y era gente que había nacido para eso. Me acordaba mucho estos días de Pantani y los giros que coincidí con él cuando estaba en su mejor época. Nadie era capaz de seguirle. Todos tenemos un poco en la retina un Alpe d’Huez que subió Armstrong en 2001 en el que ganó con una diferencia y una superioridad brutal a Ulrich. Siempre hay gente que te marca porque son gente que tiene una genética y una capacidad muy superior al resto y sobre todo se marca en la contrarreloj o en la montaña. El Chaba también cuando tenía los días brillantes, que tenía muchos. En esos días poder seguirle era algo reservado a nadie. Pero sobre todo destacaría a Pantani”.

Respecto a la mejor ascensión que ha presenciado, le cuesta decidirse. “Fueron muchas. Sobre todo Pantani en muchos giros de Italia. Si la meta estaba arriba sentenciaba desde abajo”.

Como era de esperar, hablamos también del Tour, entre cuyos favoritos señaló a Alejandro Valverde. Y algo nos llamaba la atención. El gran estado de forma de ciclistas que llevan muchos años compitiendo o tienen ya cierta edad, como Purito, Valverde o Horner. “Los ciclistas duran más que antes por salud. Seguramente por lo contrario de lo que la gente que desconoce el ciclismo cree. Es verdad que en el ciclismo hubo un pasado del que no nos podemos sentir orgullosos y una época que era conveniente cambiar, pero los médicos hicieron muy buen trabajo en el sentido de preservar la salud del ciclista. Una prueba evidente de ello es que los ciclistas que como yo estuvimos 16 años de profesionales llegaron hasta los 38 años con un nivel muy alto. Yo nunca fui un gran corredor, pero puedo poner ejemplos de otros que esa edad llegaron a un gran nivel”, asegura.

Para el asturiano, “eso es señal que durante los años de competición había un calendario muy estructurado, muy buena recuperación y muy buena alimentación y es lo que permite que ahora haya gente que con treintaymuchos años estén a un muy buen nivel”. “El ciclismo profesional, todo el mundo lo sabe, no es sano. Correr una etapa de 200 kilómetros con 40 grados como es lo más habitual en el Tour de Francia a las cuatro de la tarde y deshidratándote como te deshidratas en ejercicios de esa intensidad… nadie que tenga conocimientos de medicina te dirá que es sano. Cuando nosotros estábamos corriendo en el Tour, en esas olas de calor, había ministros de Sanidad que decían que por favor no se practicase deporte al aire libre, que por favor la gente estuviese en casa y que se tuviese cuidado con la población de riesgo, mayores y niños. Y nosotros estábamos encima de la bicicleta”, recuerda.

“Esa gente que se dedica a nivel profesional a deportes tan extremos necesita un tratamiento ligeramente especial. No puedes decir que no hacer nada ,que no se puede tomar nada. Eso tampoco. Ni lo de antes ni lo de ahora”, concluye.

Desde el año 2001, Rubiera fue compañero de equipo de Armstrong, por lo que hacía ineludible preguntarle por la controvertida personalidad del texano. No duda ni un momento en defenderle. “Pasaba los filtros que él consideraba oportunos y si sabía que no eras un corredor conflictivo y podía contar contigo te daba ayudas de todo tipo. Se preocupaba muchísimo por el bienestar de los compañeros, buscando que la persona esté a gusto en un sitio rinda mejor. Quería gente que luego trabajase bien en el Tour. Se preocupaba por conocer el estado de la familia, la relación con él era más que profesional”, asegura.

Lance Armstrong y Chechu Rubiera“La situación que está viviendo ahora me da mucha pena. A mí y a cualquiera que sepa algo de ciclismo no nos pueden quitar de la cabeza que él fue el mejor de su época. Es una época sobre la que conviene pasar página y entender que fue un error todo aquello que se hizo, pero pensar en quitar el Tour a Armstrong para dárselo al segundo, al tercero, al quinto y hasta donde llegues sabiendo que las circunstancias eran prácticamente igual para todos me parece ridículo”. “Lo que da pena es que eso tenga repercusión ahora, que se siga hablando del Tour del 2001 o del 2002 ya que lo que se hace ahora es salpicar al ciclismo actual, cuando lo que se hace ahora es totalmente diferente a lo que se hizo entonces“, concluye.

Rubiera, con el que pudimos hablar durante la presentación de la gama Tourneo de Ford, trabaja ahora para la marca de bicicletas MMR. donde pone sus conocimientos al servicio de la empresa asturiana. No en vano el ex ciclista ha estudiado Ingeniería Técnica Industrial, así que tras su retirada entró a formar parte del equipo de ingenieros de MMR. Nos confiesa que está muy contento con esta faceta de su vida. “Aprendiendo todos los días, pues a pesar de haber sido ciclista profesional durante muchos años ponerse al día con el abanico de cajas de pedalier que hay en el mercado que es una locura. Sigo aprendiendo e intentando hacer bicis que funcionen, que gusten y que nos permitan estar orgullosos de tener una marca que tiene muy buena acogida. Son bicicletas muy buenas, comparables a otras marcas que son más caras porque tienen mucho más marketing”, asegura.

 

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