Por El Hombre de los Manguitos.- Hace un par de años pasé las vacaciones de verano en casa de mi hermano en un pueblo de la provincia de Cádiz. Mi hermano lleva allí viviendo casi 10 años y, entre unas cosas y otras, al final ha terminado por conocer a un montón de gente alli. A veces resulta aburridísimo porque cada dos por tres se para a hablar con algún conocido y, a menudo después acostumbra a contarme quién era y algún detalle de su vida que a mí ni me va ni me viene y que, la verdad, me aburre muchísimo.
El caso, es que un día después de estar un rato hablando con uno de los muchísimos conocidos que tiene, y, después de esperar un tiempo prudencial para que su conocido estuviera lo suficientemente lejos como para no oírnos me dijo:
– Éste al que he saludado es un abogado.
– Ah… Vale – contesté con cierta desgana
– Su especialidad es llevar los pleitos de los locales de alterne de la zona… y sospechamos que a veces cobra en especie… Ya me entiendes – insistió intentando llamar mi atención – Es más ¿te acuerdas que ayer al volver de Jerez pasamos al lado de un Club que se llamaba “La Luna”?
– Pues no… La verdad que ni me había fijado
– Pues ese Club de Alterne lo abrieron hace un par de meses
– ¿Y? – Le pregunté ya aburrido de no saber a dónde quería llegar
– Pues que al abogado con el que he estado hablando le llamamos “el Neil Armstrong” porque sospechamos que es el primer hombre que puso un pie en “la Luna” – Y entonces nos empezamos a reír los dos .
Y es que hay gente que tiene la capacidad de sacarle punta a las situaciones de la vida moderna y dar con el apodo adecuado para cada persona y mi hermano es una de esas personas. Sin duda otra persona que por su capacidad de observación y sus ocurrencias es capaz de acertar con el apodo adecuado es el artista que firma sus post en El Tío del Mazo como “Un señor de Toledo”. De hecho, el que yo firme como “El hombre de los manguitos” es una ocurrencia suya que ahora no viene al caso pero que he de reconocer como original y muy acertada.
Hace unos meses nuestro amigo de Toledo publicó un post en el que hacía recopilación de algunos de los apodos de ciclistas. Y es que hay quien dice que un gran ciclista necesita un gran apodo, y muchas veces ese apodo viene acompañado de una historia más o menos interesante o es simplemente el reflejo de su aspecto físico o es porque su nombre tiene una sonoridad más o menos graciosa.
Así Marino Lejarreta pasó a la historia como “el Junco de Berriz” por su aspecto espigado, alrgado y delgado sobre la bicileta. Otro que debe su apodo a su aspecto físico es Oscar Sevilla “el Niño” que cumplirá algun día 75 años y seguirá teniendo cara de niño bueno que no ha roto un plato. Alex Zülle y sus inseparables gafas le sirvieron para ser conocido como “el Miope”. Mario Cipollini pasará a la historia como “Il Bello” o como “El Rey León” debido a su cabellera.
Otros apodos se deben a las gestas en carretera. El gran Miguel Induráin siempre será “el Extraterrestre” que logró la proeza de ganar 5 Tours de Francia seguidos, aunque luego tuviera más éxito el apodo menos original de “Miguelón”. Pedro Delgado fue apodado por el diario L’Equipe como el “Loco de los Pirineos” por su acrobatico descenso del Peyresurde a tumba abierta… aunque finalmente triunfara el hipocorístico “Perico” como su apodo más habitual. Meción especial tiene Luis Ocaña conocido en España como “el francés de Priego” y en Francia como “el hidalgo español”. Supongo que aquí lo considerábamos un poco francés y en Francia le mantenían su denominación de origen, un hidalgo luchando con el mayor gigante que la historia del ciclismo ha dado, Eddie Merckx “El Canibal”. Y es que el señor Merckx no hacía prisioneros, directamente los devoraba.
Los que me parecen un poco aburridos son los que simplemente hacen referencias a la sonoridad del nombre o de sus abreviaturas. No es muy original llamar a Raymond Poulidor, “Poupou”; o a Laurent Jalabert, “Jaja”… ¿Será Nicolas Jalabert “Jaja segundo”?
Y luego están los que son por razones ajenas al ciclismo. Manuel “el Triki” Beltrán conocido por su afición a comer galletas como si no hubiera un mañana. Jose María “el Chaba” Jimenez por su afición a utilizar tacos y demás lenguaje chabacano al hablar. Lucho Herrera “El Jardinerito” porque tuvo que compaginar sus estudios de secundaria con el oficio de jardinero…
Pero si hay alguien dentro de este grupo de ciclistas que se ganó su apodo a pulso, dejándose hasta la última gota de sudor y en cada golpe de riñón para merecer hasta la última letra de su apodo… ese fue el italiano Roberto Pagnin. Y es que Roberto Pagnin no destacó nunca como uno de los grandes ciclistas de los 80 ni disputó jamás una gran Vuelta con opciones de victoria en la general… pero Roberto era un tipo que no dejaba escapar la oportunidad de sacar partido a su físico. Y es que cuando uno es capaz de hacer 3000 km en 21 días de bici y sacar tiempo para ligar con las azafatas de la Vuelta a España y rendir en este otro aspecto del ciclismo uno puede decir orgulloso que se ha ganado el apodo de “Gigi el amoroso”. Yo, personalmente, me pongo de pie y me quito el sombrero ante la proeza de Roberto.
Pero si hay algo en el mundo de los apodos a destacar es cuando el nombre de alguna persona se convierte en el apodo de otra persona. Y en el mundo del ciclismo creo que el Rey es Raymond Poulidor cuyo nombre se relaciona siempre con el de eterno segundón. No resulta extraño encontrar referencias a Poulidor en las crónicas de otros deportes cuando alguien consigue su tercera o cuarta medalla de plata en unas olimpiadas por ejemplo. Y es que, sin ir más lejos, el nadador húngaro Laszlo Cseh fue bautizado por esta causa como “El Poulidor de la Piscina” tras los mundiales de natación de 2013 de Barcelona. Tampoco hay que rebuscar mucho en google para encontrar un artículo sobre el futbolista Michael Ballack al que comparan con el ciclista francés por quedar siempre segundo.
Y es que Raymond Poulidor quedaría siempre segundo y Neil Armstrong fue el primero… pero ambos están en el grupo de estrellas que han conseguido que su nombre perviva siendo el apodo de otros.
