El caimancete de Pinto

Hay campeones que se definen por sí solos y ese es el caso de nuestro pistolero, el bicampeón de Tour y campeón de Giro y Vuelta, Alberto Contador, que se caracteriza, entre otras cosas, por ganar casi todo lo que corre.

Acaba de empezar la temporada corriendo la Vuelta a Algarve, una vuelta menor, vale, pero no ha podido evitar ganarla. Y eso que iba para ayudar a su compañero Luisle que, dicho sea todo, quedó segundo y se llevó también la contrarreloj final.

Pero es que Alberto no puede evitar salir a ganar en todas las competiciones que disputa, sean grandes o pequeñas. Quizás por eso se ha llevado las últimas 4 grandes que ha corrido, las dos últimas vueltas al Algarve, las dos últimas al País Vasco, la de Castilla y León, el ranking UCI…

En esto se diferencia de otro de los grandes campeones que ha pedaleado el suelo patrio, Miguel Induráin, y se asemeja al último gran campeón galo, Bernard Hinault. Al francés le llamaban el Caimán porque salía a ganar absolutamente todo lo que corría, fuese la París-Niza, la Vuelta a Murcia o el mismísimo Tour, que ganó 5 veces.

No entiendo de biología y muy poco de franceses, por lo que no acabo de captar muy bien el paralelismo que existe entre un Caimán y un tío muy ambicioso, pero de todos es sabido que los cocodrilos lloran, y poco sin embargo se ha oído hablar de las lágrimas de caimán. Y aprovechando que algunos lectores como el Tío Miguel nos piden que hablemos también de la historia del ciclismo más allá de las noticias actuales, que mejor momento que este para hacer un repaso de la historia de ambos corredores.

Cuando Bernard Hinault, hoy director del Tour de Francia, se retiró en 1986 había ganado la friolera de 5 Tours, 3 Giros y 2 Vueltas. En las tres grandes rondas logró un total de 41 victorias de etapa al conseguir 28 etapas en el Tour, 7 etapas en la Vuelta y 6 etapas en el Giro. No ganó la Vuelta a Murcia, pero sí la París-Roubaix, la Lieja-Bastogne-Lieja en un par de ocasiones, la Vuelta a la Comunidad Valenciana, la Flecha Valona, la Dauphiné Liberé por triplicado y, por supuesto, el campeonato del mundo. En total 216 carreras, ahí es nada.

Entre sus gestas, destaca especialmente la Lieja-Bastogne-Lieja de 1980, cuando sacó bajo una intensa nevada algo más de 9 minutos al segundo clasificado, algo difícil en las grandes vueltas, pero impensable en una clásica. En 1983, el Caimán destrozó la Vuelta en la que algunos consideran como la etapa más épica de la historia de la ronda española. Partía el francés retrasado frente al jovencísimo Julián Gorospe, a la sazón líder de la general en la etapa 17, la que unía Salamanca con Ávila y que se preveía dura pero no definitiva. Tiró Hinault a la altura del Puerto de Serranillos (penúltima cota antes de la meta) y sólo Belda y Lejarreta pudieron seguirle, asfixiados, incapaces de dar un solo relevo.

Gorospe entró en el estadio Adolfo Suárez a más de 20 minutos del nuevo líder y un agotado Lejarreta confesó a las cámaras de TVE que no se había atrevido a dar un solo relevo a Hinault “por miedo a la ira del francés” y porque además, el Caimán no se lo pidió.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=sQVcl48Q0Jk&hl=es_ES&fs=1&]

Era ciclismo del de antes, el que heredó Perico, en el que las grandes figuras atacaban en el penúltimo puerto, en la etapa 17, 18, 19 o la que hiciese falta, forjado por hombres ambiciosos capaces de lo mejor y lo peor, pero siempre dispuestos a darlo todo cuando la carretera se pone cuesta arriba y separa a los niños de los hombres, como decimos en el argot.

Precisamente ese año Hinault perdió el Tour y muchos se lo achacaron a los excesos de la Vuelta, pero es lo que tienen los caimanes, dan espectáculo aunque sea en la Vuelta a Algarve, aunque no sean capaces de ganar 7 tours. Y señores, algo me hace creer que ese ciclismo ha vuelto.

Por Techo Díaz

Personaliza ahora tu maillot

Compartir:

Otros artículos que te pueden interesar

Personaliza ahora tu maillot

¿Tienes un club al que quieras personalizar tu equipación? ¿Eres de los que tiene su propio estilo? Aquí podréis dar rienda suelta a vuestra imaginación. ¡Decirnos vuestra propuesta y sólo tendréis que ponéroslo!

Menú